Borrar selectivamente las veteranías más amargas y oscuras. Esta es la vieja ambición de un manojo de emporios de prospección que desde hace años buscan tratamientos contra la marca emocional que deja un percance traumático. Víctimas de transgresiones, extirpaciones, seísmos, asaltos, ataques furiosos. o los que sufren la baja de un hijuelo podrían ser aspirantes a esa terapia que ahora solo encuentra en la psicoterapia un calmante. Pero ¿cómo se puede manotear el cacumen para cegar los cabrones vestigios y prescindir el excedente? ¿se puede lograr una amnesia a la esquela? De santiamén, solo hay éxitos parciales como el que acaba de obtener un corro de científicos del Mit, el Instituto Tecnológico de Massachusetts, en Estados Unidos. En un test con topillos, han raspado habilidades desesperantes sirviéndose de un fármaco. Este fármaco, el inhibidor Hdac2, consigue que la relación sea más apacible en determinadas esferas. La meditación sería utilizarlo en imperturbables de certeza para acabar los resultados de la psicoterapia. Los científicos del Mit lo han aducido en roedores de tentativa. Sus artífices lo explican en la periódica «cell». Primero les fabricaban sus bicharrangos regueros: les enseñaban que si pisaba una circunscripción de su canariera recibía una andanada eléctrica. A embrión de machacar la salva muchas ocasiones, el entendimiento de los roedores grababa esta amonestación y jamás más volvía a pisotear la división aventurada. Hasta que les daban el fármaco. Entonces, los ratoncitos olvidaron todo lo conocido y volvían a hollar la franja azarosa y a alojar las salvas.
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